INDUSTRIA POLÍTICA
En anteriores artículos, he aludido al exceso
de estructuras en la administración pública, al exceso de normativas… y en
reciente artículo publicado por Xavier Marcet, directivo, empresario y
escritor, me encuentro con esta frase: ¨Nuestra administración pública no
es un desastre, pero tampoco es lo que necesitamos: sigue atrapada en
estructuras obsoletas¨.
Pero vayamos al tema que nos ocupa, la ¨industria
política¨. No, no me confundo, no me refiero a la política, a las políticas
industriales, me refiero al concepto de ver a la política como una industria.
Sin duda, y cada vez más, los partidos funcionan como grandes corporaciones,
como empresas…
Estaba en el convencimiento de que los partidos
se constituyeron con la vocación y voluntad de desarrollar un espacio de
debate, de participación, de ideologías… pero observo que cada vez más son o
funcionan como una industria que moviliza muchos recursos materiales y humanos.
Y por supuesto, no me olvido de los sindicatos.
Al efecto, el recordado, el prestigioso
economista, el profesor Gay de Liébana, decía, que: ¨En España se
registran excesivos déficits presupuestarios que podrían resolverse, si
fuéramos capaces de eliminar la gigantesca industria política que se ha
generado y que consume cerca de 25.000 millones de euros al año¨.
El citado profesor, denunciaba especialmente los
miles de puestos otorgados directamente por los dirigentes políticos, los
puestos creados ad hoc para personas concretas (muchos sin
contenido), los que ¨acogen¨ las empresas públicas, organismos, entidades
paralelas, y otros análogos, que
generan gastos que podrían destinarse a otras partidas en beneficio de la
sociedad. En resumen, ponía de
manifiesto e incidía, en lo sobredimensionadas que están las administraciones
públicas, y su efecto lastre en nuestra economía.
Mencionaba anteriormente, que nadie duda que los
partidos políticos funcionan como corporaciones, como una industria… pero con
una gran diferencia, la financiación. En España, los partidos se financian con
recursos y subvenciones públicas, representando un 80% de sus ingresos. En
consecuencia, se financian de los ciudadanos. Y estos recursos, puede
considerarse que son recursos sin retribución directa, sin un retorno para
estos.
También me refería en capítulo anterior, a que
los españoles calificamos a los dirigentes, a los políticos por sus promesas,
no por sus cumplimientos. ¿Qué exigimos a los que nos gobiernan? La
sociedad cada vez más exige a las organizaciones, entidades y empresas
privadas, un mayor impacto social, que sean socialmente responsables y que
contribuyan positivamente en la comunidad. ¿Por qué no exigimos el mismo
compromiso social a los políticos y gobernantes? En teoría, representan a
los ciudadanos y en práctica administran los fondos públicos, los fondos de
todos.
¿Está descontrolado el gasto público? ¿Se
necesita una industria política, con reducción de este gasto, con mayor
responsabilidad, con mayor transparencia y con mayor impacto en los ciudadanos?
Creo que de momento la sociedad no está preocupada, ni preparada (más bien
anestesiada), para abrir un debate al respecto. Pero indudablemente, existe una
necesidad urgente de reducir considerablemente la estructura y la dotación
económica de las administraciones públicas y las organizaciones dependientes.
Habrá que ver como está en otros países.
Al hilo del excesivo gasto público, y a los
reiteradamente mencionados elevados niveles de deuda pública, a los elevados
impuestos, a la reducción del nivel de renta de los ciudadanos… me hace pensar
y comparto una frase de los hosteleros: ¨Este verano el turismo, es un
turismo diésel, mucho andar y poco consumo¨. Fiel reflejo de la situación
económica de los ciudadanos españoles.
Por naturaleza me considero optimista, pero eso
no es óbice, para que observe las numerosas alarmas sobre el estado del
bienestar y el índice de confianza económica. Los principales países
europeos Alemania, Francia, están anunciando importes recortes. El presidente alemán
acaba de manifestar ¨que el actual estado de bienestar es insostenible¨, y que
antes de fin de año, tomarán medidas drásticas y desagradables. Y el índice de
confianza económica, a nivel europeo está en mínimos. Refleja el estado de
percepción de las empresas y los ciudadanos, sobre la situación y futuro de la
economía. Ahhh… y ahora los directores de los hospitales franceses reciben la
orden de que se preparen para una situación de guerra. Ya conocen el dicho,
cuando las barbas del vecino…
Y en estos pensamientos, me llega el del
escritor, conferenciante y profesor, José María Gasalla. Que dice: ¨¿Quo vadis España? Hay que confiar...y actuar. Me gusta ser positivo y
buscar palancas que nos permitan salir de la oscuridad. A veces no es fácil y
hay días que prefieres cerrar los ojos para no derrumbarte, pero tenemos que
ser conscientes de la realidad. Hoy, son necesarias al menos tres cosas, estar
despierto, tener pensamiento crítico que minimice la manipulación reinante y
tener determinación para actuar con las posibilidades y fortalezas de cada
uno¨.
¡Menos mal que soy optimista!
Miguel Ángel Otín Lloro
No hay comentarios:
Publicar un comentario