viernes, 5 de septiembre de 2025

Industria política



INDUSTRIA POLÍTICA

En anteriores artículos, he aludido al exceso de estructuras en la administración pública, al exceso de normativas… y en reciente artículo publicado por Xavier Marcet, directivo, empresario y escritor, me encuentro con esta frase: ¨Nuestra administración pública no es un desastre, pero tampoco es lo que necesitamos: sigue atrapada en estructuras obsoletas¨.

Pero vayamos al tema que nos ocupa, la ¨industria política¨. No, no me confundo, no me refiero a la política, a las políticas industriales, me refiero al concepto de ver a la política como una industria. Sin duda, y cada vez más, los partidos funcionan como grandes corporaciones, como empresas…

Estaba en el convencimiento de que los partidos se constituyeron con la vocación y voluntad de desarrollar un espacio de debate, de participación, de ideologías… pero observo que cada vez más son o funcionan como una industria que moviliza muchos recursos materiales y humanos. Y por supuesto, no me olvido de los sindicatos.

Al efecto, el recordado, el prestigioso economista, el profesor Gay de Liébana, decía, que: ¨En España se registran excesivos déficits presupuestarios que podrían resolverse, si fuéramos capaces de eliminar la gigantesca industria política que se ha generado y que consume cerca de 25.000 millones de euros al año¨.

El citado profesor, denunciaba especialmente los miles de puestos otorgados directamente por los dirigentes políticos, los puestos creados ad hoc para personas concretas (muchos sin contenido), los que ¨acogen¨ las empresas públicas, organismos, entidades paralelas, y otros análogos, que generan gastos que podrían destinarse a otras partidas en beneficio de la sociedad. En resumen, ponía de manifiesto e incidía, en lo sobredimensionadas que están las administraciones públicas, y su efecto lastre en nuestra economía.

Mencionaba anteriormente, que nadie duda que los partidos políticos funcionan como corporaciones, como una industria… pero con una gran diferencia, la financiación. En España, los partidos se financian con recursos y subvenciones públicas, representando un 80% de sus ingresos. En consecuencia, se financian de los ciudadanos. Y estos recursos, puede considerarse que son recursos sin retribución directa, sin un retorno para estos.

También me refería en capítulo anterior, a que los españoles calificamos a los dirigentes, a los políticos por sus promesas, no por sus cumplimientos. ¿Qué exigimos a los que nos gobiernan? La sociedad cada vez más exige a las organizaciones, entidades y empresas privadas, un mayor impacto social, que sean socialmente responsables y que contribuyan positivamente en la comunidad. ¿Por qué no exigimos el mismo compromiso social a los políticos y gobernantes? En teoría, representan a los ciudadanos y en práctica administran los fondos públicos, los fondos de todos.

¿Está descontrolado el gasto público? ¿Se necesita una industria política, con reducción de este gasto, con mayor responsabilidad, con mayor transparencia y con mayor impacto en los ciudadanos? Creo que de momento la sociedad no está preocupada, ni preparada (más bien anestesiada), para abrir un debate al respecto. Pero indudablemente, existe una necesidad urgente de reducir considerablemente la estructura y la dotación económica de las administraciones públicas y las organizaciones dependientes. Habrá que ver como está en otros países.

Al hilo del excesivo gasto público, y a los reiteradamente mencionados elevados niveles de deuda pública, a los elevados impuestos, a la reducción del nivel de renta de los ciudadanos… me hace pensar y comparto una frase de los hosteleros: ¨Este verano el turismo, es un turismo diésel, mucho andar y poco consumo¨. Fiel reflejo de la situación económica de los ciudadanos españoles.

Por naturaleza me considero optimista, pero eso no es óbice, para que observe las numerosas alarmas sobre el estado del bienestar y el índice de confianza económica. Los principales países europeos Alemania, Francia, están anunciando importes recortes. El presidente alemán acaba de manifestar ¨que el actual estado de bienestar es insostenible¨, y que antes de fin de año, tomarán medidas drásticas y desagradables. Y el índice de confianza económica, a nivel europeo está en mínimos. Refleja el estado de percepción de las empresas y los ciudadanos, sobre la situación y futuro de la economía. Ahhh… y ahora los directores de los hospitales franceses reciben la orden de que se preparen para una situación de guerra. Ya conocen el dicho, cuando las barbas del vecino…

Y en estos pensamientos, me llega el del escritor, conferenciante y profesor, José María Gasalla. Que dice: ¨¿Quo vadis España? Hay que confiar...y actuar. Me gusta ser positivo y buscar palancas que nos permitan salir de la oscuridad. A veces no es fácil y hay días que prefieres cerrar los ojos para no derrumbarte, pero tenemos que ser conscientes de la realidad. Hoy, son necesarias al menos tres cosas, estar despierto, tener pensamiento crítico que minimice la manipulación reinante y tener determinación para actuar con las posibilidades y fortalezas de cada uno¨.

¡Menos mal que soy optimista!

                                                                                                                            Miguel Ángel Otín Lloro